En Arahal el nomenclator de sus calles hasta 1920, fecha en la que se realizó el estudio, es tan clásico que nos enseña como una lección de historia local el origen del pueblo. Como sabemos el pueblo debe parte de su existencia al privilegio de su suelo que era, en parte, paso obligado para la mayoría de las poblaciones de España. De ahí las denominaciones de algunas de sus calles, que eran puntos de referencia para los muchos caminantes que las cruzaban en todas direcciones, de tránsito para otras localidades de la provincia.
Las calles Marchena, Morón, Carmona, Sevilla, Puerta de Utrera, Osuna, ¿que otra función cumplen que la de indicar al viajerolas rutas que deben seguir?.
Otro fin utilitario, aunque de régimen interior, evidencian las calles Monjas, Victoria, San Roque, El Cristo, Misericordia, Vera-Cruz, Iglesias y Madre de Dios, todas ellas conducentes a los termplos que tienen por título. En cuanto a la última, Madre de Dios, porque mostraba la dirección al pequeño templo, la Madre de Dios del Campo.
Vienen después otras rotulaciones callejeras, inspiradas en el mismo sentido informativo que las anteriores. Tales son:Pozo Dulce, Pozo Nuevo, Pilar, Huertas, Mina, Colmena, Atahonas o Tahonas, que orientaban al vecindario hacia los sitios donde se encontraban los pozos, el abrevadero, las huertas, la mineta, el colmenar donde se expendía miel y las atahonas o tahonas maquileras suministradoras de harina. La calle Tahonas toma este nombre después de 1675:antes de dicha fecha se llamaba Mateo Bravo, en memoria de un viejo hidalgo que habitó en ella.
Las conocidas por Mercadillo (Cruz de los Caídos), tanto el de la Iglesia como al colindante con las calles de Morón y María Beltrán eran llamadas así por ser asientos de unos tenderetes portátiles que ejercían funciones de pequeños mercados de abastos.
ASENCIO MARTÍN. Se supone fuera el primer Prior de los Padres Mínimos de residieron en el Convento de la Victoria hasta la ley de la Exclaustración.
ARROYO. Denominación popular, dada a esta calle por las aguas que, debido a su enorme declive, corrían por ella en los días de grandes lluvias.También era indicadora del arroyo que recogía los residuos de la población procedentes del sector norte y que derivaba por la cercanías del matadero.
BARRIETE. Diminitivo de «Barrio». Su denominación es de origen popular, originada por las edificaciones de la población que debieron alzarse depués del siglo XVIII.
CONSOLACIÓN. Recuerda al Hospital de Mujeres, de igual nombre, que existió en dicha calle hasta las postrimerías del siglo XVII.
CORREDERA. Pocos son los pueblos que no dan esta denomicación a una de sus calles más céntricas. Era este el sitio donde, obstruidas por empalizadas las calles afluentes al mismo, corrían los toros en los días de fiesta mayor.
CRUZ DE LA CAVA. Trae a la mente esta calle el Humilladero o Curz de la cava (Cueva) a la que solía hacer Estación de penitencia en pasados siglos la cofradía del Cristo de la Misericordia, unas veces para implorar las lluvias en las sequías y otras para perpetrar del Cielo el fin de las calamidades públicas. Acerca de esta Cruz de la Cava, de donde toma su nomnbre la calle Cruz, por hallarse enclavada frente a ella, cuando aún no existía el Barriete, se cuentan diversas leyendas. Afirma una de ellas, que su erección obedece a unos enterramientos llevados a cabo en una cueva que existió en aquel lugar con motivo de la epidemia de cólera que asoló al pueblo en 1836. Otra versión recoge una dramática conseja, largos años narrada al amor de los crepitentes leños, y que habla de una moza de singular donaire, hija de un corregisor de la Villa, que fue muerta por su amante al pie de aquella cueva, donde solían entrevistarse las noches sin luna.
Como todas las cruces que vierten el misterio de su soledad al borde los caminos, a esta Cruz de la Cava, que tiende sus brazos de piedra sobre los campos de Bacialjófar, no podía faltarle también su leyenda, esa leyenda forjada eternamente por la superstición rural tan amante de todo lo tenebroso. La Cruz de la Cava, como queda sentado, sólo evoca a uno de esos Humilladeros de penitencia que se alzaba a la entrada de los pueblos, hito que tuvo Arahal durante varias centurias, y ante la cual tantas y tantas generaciones de arahelenses fueron a a posternarse en demanda de la divina clemencia.
DOÑA LUISA. Honra esta calle la memoria de doña María Luisa Ojeda, dama de alto linaje y esposa de don Bartolomé Arias de Reina, fundadores del Convento y templo de las Monjas Dominicas de la localidad. Vivió al final del siglo XVI y primeros del XVII.
DUQUE. Esta calle fue así rotulada al comienzo del siglo XVIII, y hace mención, por autonomasia, al Duque de Osuna, ya que en Arahal no ha habido otro título nobiliario de igual estima o jerarquía que el procedente de la estirpe de la Casa de Ureña.
ESPADEROS. Recuerda esta calle las artesanías gremiales, por fabricarse en ella las espadas que solían usar los hidalgos.
FELIPE RAMÍREZ. El primitivo nombre de esta calle arahelense que asoma a la Corredera, fue el de Mateo Ruiz. Más tarde, ya a mediados del siglo XVII, se le impuso el que sustenta de Felipe Ramírez, miembro de una familia antiquísima en Arahal. Felipe Ramírez Barrionuevo, fue escribano público en Arahal durante más de la mitad del siglo XVIII. Intervino en 1743 en la escritura de cesión del Hospital de la Misericordia a favor de los Hermanos Obregones.
JUAN LEONARDO. Juan Leonardo Malo Manrique es un hijo de Arahal, fallecido en México y al que se debe la fundación del templo del Cristo de la Misericordia.
JUAN PÉREZ. Juan Pérez Vargas, primer alcalde que tuvo Arahal por el estado llano en 1556.
LAGUNA. Denominación popular dada a esta villa por la cantidad de aguas que se dicen se remansaban en su latitud Oeste durante la estación invernal.
LARACHE. Voz de procedencia igualmente vulgar, aunque desviada de su verdadero origen, que era Arahal Chico. Con este vocablo se denominaron las casas que el pueblo, en su constante ensanchamiento, iba construyendo a continuación de la calle Membrilla. Desde luego que la palabra Larache, contracción de «Lárahalchico», como se denominó de «vox populi», el sector de referencia no figuró en la rotulación en la calle así denominada.
MARIA BELTRAN. Parece que fuera la esposa de un Corregidor que tuvo la Villa y que era dama de alta caridad y de ejemplares virtudes.
MIRAFLORES. Vieja rotulación populista, dada a esta calle por desembocar al campo y precisamente frente al pequeño valle formado por su estribación final y la falda del montículo que se desliza en su latitud opuesta hacia lo que fue arroyo en el hoy paseos de la fuente.
MEMBRILLA. Esta calle, a semejanza de otras ya descritas, ofrecía una misión de referencia indicadora del torreón de la Membrilla. En la actualidad se titula Doctor Gamero, en homenaje de gratitud que Arahal rinde a su hijo Don José Gamero, comandante médico.
MOGROLLO. Rememora este apellido, sin duda, la personalidad de don Alonso García Escalante y Mogrollo, que vivió en dicha calle en el año 1551. Fundó varias capellanías y dotaciones de carácter benéfico para el pueblo.
NUEVA. La calle Nueva, llamda hoy Doctor Morilla, destacado arahelense fallecido en Sevilla en 1916, debe su apertura a la necesidad de proveeer de puertas falsas, o sea, de servicios agrarios a las casas existentes en el trozo comprendido en ella por las calles Corredera, Felipe Ramírez y Dr. Gamero. En 1740 se le conocía ya como vía pública dotada de vivienda.
ÓLEO. En algunos papeles se lee OLIO Y LORIO. No obedece a ningún apellido de persona de calidad. La bautizó así el vulgo por serpentear por sus aledaños los residuos de unos molinos aceiteros de «óleum», que existían por aquellos contornos hace siglos y de los que aún quedan
vestigios.
PACHO. Esta rotulación hay quien la relaciona con el cortijo de Pacho; posiblemente debe su nombre al que fue escribano de Arahal hasta el 1590, don Francisco Pacho.
PEDRERA. Indica esta calle la dirección de unas pedreras que existieron en las inmediaciones de la Cruz de la cava.
PLAZA VIEJA. Como su nombre reza, es la primera plaza pública que tuvo el pueblo desde su fundación como tal hasta bien entrado el siglo XVI. En ella radicó el primitivo Ayuntamiento, creyéndose fuera el antiguo solar de la casa que hoy ocupa un establecimiento de comestibles cercano a la calle Mina.
PORTILLO. Se llamó así esta calle hasta la segunda mitad del siglo XVII. Más tarde se establecieron en ella algunos industriales del calzado, denominándose desde entonces «Zapateros», siguiendo la tradición gremial que imponía a las calles los nombres de las actividades profesionales que en ella se desarrollaban.Más tarde ya, se rotuló con el glorioso nombre de Cervantes, con motivo del último centenario en su honor en España.
La casa, ocupada al presente por la familia Domínguez en esta calle, fue en otros tiempos viejo solar de su merced don Francisco Calderón Barrionuevo, cuyo hijo menor, de igual nombre, era Caballero del Hábito de Santiago.Posee dicha casa un balcón de magnífica forja, que asoma en el centro del inmueble. Sobre el marco de jaspe que da acceso al mismo, brota un haz de hojarasca metálica a manera de soporte, del que, según la tradición, pendía una cadena dorada que caída hasta podérsela alcanzar su extremo inferior por la mano del transeúnte. Los perseguidos por la justicia, que se hacían a esta cadena, no podían ser detenidos mientras no la soltasen, privilegio éste del que en virtud de una real carta de fueros gozaban los moradores del referido inmueble.
PORTERÍA (Hoy IV Conde de Ureña). Evoca este nombre la portería del Convento de la Victoria, con su cortejo de pordioseros, esperando la sopa de caridad, que a la hora del Angelus repartían los religiosos.
SAN SEBASTIÁN. Se refiere a un modesto hospital para hombres que bajo la advocación del Mártir que evoca existió hasta finales del siglo XVIII en la casa marcada con el número uno de dicha calle.
SAN PEDRO. La tradición oral quiere que esta rotulación obedezca a una Velada que los vecinos de dicha calle celebraban anualmente en honor del Apostol cabeza de la Iglesia.
SERRANO. Tuvo Arahal por el 1768 un Regidor llamado Antonio Serrano Godoy, apellido muy corriente en el pueblo en aquella época y que encontramos con harta frecuencia en los oficios del Consejo Municipal.