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LA IZQUIERDA REPUBLICANA DE ARAHAL
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Esta reunión política, puede ser de los primeros días de la formación de Izquierda Republicana, de Lerroux-Martinez Barrio en Arahal, sobre el año de 1931. Entre los componentes se encuentran su Presidente, don Ezequiel Revilla García, vice presidente, don Francisco Mengíbar Guardia, don Eduardo García Zapatero, don Manuel Guerra, don Ramón González, don Antonio Jiménez Pérez, don Antonio Troncoso Vasco, don Antonio Arias de Reina Salvador, don Francisco Martín Peñalosa, don José Cortés García, don Manuel Alfredo Riviere y Cabeza…etc. Fue Alcalde de los primeros días de proclamarse la República y el que hizo la bandera tricolor en el balcón de la Torre del Ayuntamiento.

Este. Partido estuvo vigente como Izquierda Republicana, hasta el 25 de Diciembre de 1933 , que ganó las elecciones coaligada con la Ceda de Gil Robles, formando entonces la Agrupación de Centro Derecha y que lidera Lerrout. En Febrero de 1935, hay una una fracción del partido, liderada por Martínez Barrio, que se separa, formando otro partido, al no estar de acuerdo,a que entre en el Gobierno Gil Robles, como ministro de Guerra. El Partido términa con la llegada de la Guerra Civil.

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«Lunch» celebrado la Casineta del partido.

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Este es el recibo que emitía a los socios de La Agrupacion de Izquierda Republicana, que lidera Lerroux. Aparece como numero uno D. Ezequiel Revilla Garcia. Presidente D. Manuel Nieto Herrera, Secretario D. Eduardo Garcia Zapatero y Tesorero D. Daniel Arias de Reina Zayas. De fecha 1 de Junio de 1931.

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EL CHACHO MIGUEL
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Ventorrillo del «CHACHO MIGUEL». Esta venta de campo, situada en la carretera Villamartín, era parada obligatoria para jóvenes y no tan jóvenes de Arahal. Año 1975.

Cumplían estos espacios una función insustituible como punto de abastecimiento de materias básicas y lugar de relación social, de encuentro, charlas y compañía entre vecinos, siendo también marco de pequeñas transacciones comerciales en el medio rural: compras, ventas, trueques, difusión de novedades…

NOV 1979

 

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UNA VISIÓN DE LOS AÑOS 30
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Curiosa fotografía tomada en plena calle Corredera sobre los años 30. Sobre la camioneta se disponen atentos al objetivo todo el grupo de pasajeros y viandantes, quizás porque sea un día para el recuerdo, o no.

La trasera del camión está justo en la puerta de entrada de la vivienda donde últimamente, vivió el Médico D. Francisco López Silva. Por aquél entonces viviría D. José Torres Castro, aunque la casa no era de su propiedad. El dueño de la misma era D. Fernando Galvez Arqueza.

Por desgracia desconocemos el motivo de la toma, lo que si sabemos es que gracias a ese instante nos dejaron una parte de ellos, una visión de la antigua arquitectura local y una gran foto para Memoria Visual de Arahal.

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EL QUIOSCO DEL AGUA DE LA PLAZA VIEJA
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Un elemento del mobiliario urbano, construido con planchas metálicas, y que durante muchos años
sirvió como punto de captación de agua potable para el vecindario y
después pasó a ser despacho de vinos y licores.

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Memoria Visual de Arahal,a color
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Si nos fijamos en la acera de la derecha, según se mira la fotografía, en primer lugar se encuentra el cierro de la vivienda de D. Julio Beauchy Arias de Reina. Siguiendo hacia la Corredera el primer hueco, es un balcón de antepecho, este tipo de balcones existían en esta calle en la casa del número 10 y en la del número 4, el hueco siguiente con las dos esferas de luz en la parte superior, pudiera ser la «Taberna de Aguilar». A continuación lo que fue la taquilla del cine de verano, le sigue con una pantalla de luz en la parte superior, la entrada del cine o tal vez la entrada de una «Posada», a mediados del siglo XIX, hubo en esta acera, cinco o seis Posadas. Le sigue con otra esfera luminosa; «Casa Pedregal» y a continuación otro balcón de antepecho. Entre los dos cierros, con la fachada de piedra, es la casa de los Arias de Reina, después fue El Falange. El hueco que hay entre las dos sillas que se ven a mano izquierda de la fotografía, es parte de la casa de la familia Cordero, lo que fue hasta hace poco, la Peña Bética, en éste local-accesoria, ponía el puesto de turrón Cantero de Paradas durante los días de la Magdalena y Feria, tenía un hijo futbolista, que más de una vez jugó en el Campo San Antonio de Almagro de ésta Localidad. La esfera luminosa que se ve más adelante puede ser del Banco Español de Crédito y por último según yo veo, el anuncio de Carta Blanca, pudiera pertenecer a la «Taberna de Llano».

Textos de D. Paco Díaz Fernández
Retoque fotográfico: D. Rafael Navarrete
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ARAHAL, UN PUEBLO SIN HISTORIA
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Por Rafael Martín Humanes

Transcurrían los agitados años finales del reinado de Isabel II, en donde los rescoldos de las revoluciones liberales que se habían extendido por toda Europa, arribaban a España,  con un tinte político y social. Ya en 1854,  tuvo lugar en España la primera revolución de carácter social, en donde las masas populares se levantaron y armaron barricadas, instigadas por agitadores republicanos, progresistas o demócratas, contrarios al régimen liberal instaurado en el reinado de Isabel II, que los había condenado al ostracismo político. A ella le siguieron los sucesos de las revueltas campesinas de la cuenca del Duero, durante los veranos de 1855 y 1856, en donde se quemaron incluso las mieses, causando graves pérdidas. Ello es un fiel testimonio, de que los virulentos sucesos acaecidos en la villa del Arahal, la noche del treinta de junio del año de mil ochocientos cincuenta y siete, son fruto de una corriente revolucionaria, que por aquel entonces comenzaba a despertar en España.

Para poder dilucidar lo ocurrido, es de destacar la existencia de un archivo documental, de carácter historiográfico titulado “Arahal: Expediente sobre los desastres ocurridos en la noche del 30 de junio por actuaciones de la facción republicana” de la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional (aunque afortunadamente se encuentra también  en las dependencias del  Archivo Municipal de Arahal), y más específicamente dentro del Archivo de los Duques de Osuna (Señorío de Arahal). Este expediente recoge los testimonios de personas que tuvieron una fluída relación con el XII Duque de Osuna, D. Mariano Téllez-Girón y Beaufort Spontin, como lo fueron  D. José María Calderón, administrador del Duque de Osuna en la Villa de El Arahal, y de D. Antonio Pérez.16En estos valiosos documentos enviado al XII Duque de Osuna, el administrador D. José María Calderón, cuenta en primera persona, con una gran minuciosidad de detalles, como se sucedieron tales hechos, ya que este documento fue elaborado a  las doce de la noche, del día en cuestión, tras huir apresuradamente, al temer por su vida, al igual que el escrito por D. Antonio Pérez, quién envía estas misivas al XII Duque de Osuna, en los días posteriores a tales sucesos, especificando el desarrollo de éstos en primera persona, la resolución de éstos y las graves consecuencias económicas que supusieron para la Casa de Osuna, cuyas arcas que por aquel entonces se vieron muy mermadas, ya que XII el Duque de Osuna estuvo ejerciendo de embajador extraordinario de España en San Petersburgo (1856- 1868), en donde fueron famosas las fastuosas fiestas que daba en la embajada española pagadas de su propio bolsillo, siendo apodado Osuna El Grande, lo que contribuyó en gran medida a la ruina más absoluta en la que se vio sumida la Casa de Osuna.

Como hemos hecho referencia anteriormente, este expediente comienza con la misiva de D. José María Calderón quién empieza  relatando que la entrada de la turba, por la calle Corredera, la fija a la hora de las siete de la tarde, momento en el cual un número considerable de hombres armados (entre 180 y 200), con porte desaliñado (que los define como horda de forajidos), al mando de un jefe militar,  proclamando vítores a la libertad y a la república, lo que provocó la atención de los vecinos, que muy preocupados salieron a las puertas de las casas, para ver de que se trataba.  A continuación, y por orden del mando que los dirigía, estos hombres armados recluyeron a un número considerable de vecinos, en el Casino (no se refiere al actual, sino a uno existente en la calle Corredera), poniendo una guardia  en la puerta para que no pudieran escapar. A pesar de ello, nuestro protagonista, al conocer perfectamente el edificio, pudo huir por otra puerta, y se dirigió hasta la Iglesia Mayor (nombre con el que se conocía a la Parroquia de Sta. María Magdalena), en un clima de gran desconcierto y preocupación, para poder conocer, de primera mano, lo que estaba ocurriendo. En su camino hacia la Iglesia Mayor, se encontró con varios vecinos, que ante tales circunstancias, le aconsejaron que huyera, ya que un número considerable de hombres armados, habían ocupado el pueblo, y se estaban dedicando a robar todos los caballos, monturas, pólvora, armas y dinero, a los hombres ricos del pueblo, a los que acto seguido les saquearían  sus casas y quemarían sus archivos particulares de gran valor económico e histórico como es el caso de la casa del abogado D. Manuel Galindo, la de D. Miguel Montero, la de D. José Roldán o la del presbítero D. Francisco Pascual, entre otros. A aquellos hombres que opusieron resistencia, fueron atados para sacarlos al campo a fusilarlos, aunque en determinadas ocasiones pudieron evadirse y escapar a los cañonazos de sus bayonetas, por los tejados. Ante el cariz, que estaban tomando los acontecimiento, el administrador del Duque de Osuna, temiendo por su vida, decidió salir del pueblo, y esconderse en una estaca de olivos, a las afueras. Allí esperó hasta que con las primeras oscuridades de la noche, decidió volver al pueblo, en donde comprobó el cariz que estaban tomando los acontecimientos, con el aumento que tomaban las voces de los vivas a la república y muera a los presidentes del gobierno (en aquel momento presidido por el moderado Juan Bravo Murillo), todo ello acompañado de un ruido ensordecedor de tiros que daban al aire y a las puertas de las casas. En torno a la plaza del pueblo (actual Plaza de la Corredera), se habían agrupado un número considerable de hombres, mujeres y niños, que de manera forzada,  estuvieron portando, durante un prolongado período de tiempo, una gran cantidad de documentación, que se había sacado del archivo del Ayuntamiento.  Esta documentación constaba de un nutrido cuerpo de documentos históricos y escrituras públicas de propiedades, además de los archivos de la administración del Duque de Osuna. Una vez apilados, fueron prendidos, convirtiendo a estos en una gran fogata, que estuvo ardiendo hasta entrada la madrugada. En vista de que nuestro protagonista no podía hacer nada para evitar tales sucesos, decidió poner rumbo a lomos de una bestia a la localidad vecina de Paradas, a donde llegó bien entrada la madrugada. Una vez allí puso en conocimiento de todo lo anteriormente acaecido a D. Miguel Salcedo y al alcalde Barrera, para que se tomaran medidas de precaución para que la turba no entrara en Paradas y para que pusiera a salvo toda la documentación municipal, y en particular la referente a la del Ducado de Osuna.

Por lo que se refieren a las diferentes misivas que envió Antonio Pérez al XII Duque de Osuna, en los días posteriores, vienen a corroborar lo expresado anteriormente por D. José María Calderón, en cuanto al desarrollo de los acontecimientos y a la autoría de los hechos, aunque en este caso de manera  agónica, ya explica como se produjo el asalto de su propia casa, en donde se encontraban  su hijo y su esposa, que estuvieron a punto de morir, pudiendo escapar en el último momento. Además de ello, estas misivas nos permiten conocer las consecuencias en todos los sentidos que tuvieron tales sucesos.

En primer lugar desde el punto de vista político, se cuenta como el alcalde de la localidad D. Miguel de Zayas, quién salió al momento para Sevilla para hacer notificar la noticia al Gobernador y al Capitán General (a quienes estos sucesos les costaron sendos puestos), para que se pusiera remedio con el envío de una facción militar de al menos cien hombres, ante la 17posibilidad  de que los rebeldes decidieran volver al pueblo. Tras su paso por Paradas, a donde llegaros después de las dos de la mañana, estos se dirigieron a Morón y de ahí a la Sierra Sur (Pruna). Tras ellos salió un destacamento militar de 75 hombres a caballo, que llegó a El Arahal, sobre las siete de la mañana. Finalmente se comenta como en Benaoján los alcanzaron las tropas de los regimientos de Albuera y de Alcántara. Los sublevados apenas dispararon un tiro, mientras las tropas les hicieron veinticinco muertos en las primeras descargas, y prisioneros a todos los supervivientes. Madrid envió con plenos poderes, civil y militar, a un duro comisionado de Narváez, don Manuel Lassala y Solera, quién sin que le temblara la mano mandó fusilar a los ochenta y dos detenidos, presos en el cuartel de San Laureano. De esta manera se ponía fin a esta sublevación.

Desde el punto de vista económico, se comenta al XII Duque de Osuna no solo los numerosos daños materiales que sufrieron sus bienes inmuebles, como es el caso del Casino, en donde fueron quemados muebles, puertas, ventanas, cristales,…por los sublevados, cifrados los daños en 20000 reales, sino también el robo de una alta suma de dinero, que se especifica  en torno a los 15500 reales, quedando las arcas con solo 19500 reales. Por útimo, y más importante, en este apartado debemos de unir la quema de la basta documentación de la administración de la Casa de Osuna en El Arahal, que constaba principalmente de los numerosos título de propiedad y de los contratos de las rentas agrarias, que representaban una parte muy importante de los ingresos que tenía el ducado en la campiña sevillana.  Por ello se especifica, que hasta estos sucesos, la cobranza de las rentas, había ido a buen ritmo, pero tras dichos sucesos, en donde resultaron quemados todos los contratos de las rentas agrarias, nadie se había personado en la casa del administrador para hacer efectivo el pago de las rentas que estaban en ejercicio, por lo que no había documento alguno para obligarlos al pago de las contribuciones de rentas o de otra clase de débitos, cifrándose las pérdidas en torno a los 20000 reales, cantidad necesaria en septiembre para el pago a los acreedores de Sevilla, y que se los require con premura.

Por último destacar que estos acontecimientos han marcado un antes y un después en la historia de Arahal, ya que han borrado de manera fulminante, los siglos y siglos de historia de nuestra localidad, provocando un déficit en el conocimiento de su pasado y un contexto desalentador para los muchos historiadores que hemos querido indagar y navegar en su pasado, encontrando un vacío desalentador. Por ello considero a los graves sucesos del Arahal, ocurridos el 30 de junio de 1857,  como uno de los acontecimientos que conforman la leyenda negra de nuestro pueblo en el s. XIX y XX, y que como titulo este artículo, han hecho de Arahal, un pueblo sin Historia. Espero que ello haya servido para algo, ya que como dijo Paul Preston “quién no conoce su historia, está condenado a repertirla”.Por último me gustaría dedicar este artículo, a todos aquellas personas que con su ardua labor y esfuerzo desinteresado, están arrojando un rayo de luz sobre nuestra ominosa historia local, haciendo que poco a poco podamos reconstruir nuestro pasado.

 

 

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LA ANTIGUA TABERNA DE AGUILAR
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Clientes y camareros de la antigua y desaparecida taberna de «Aguilar» se fotografían en la puerta del establecimiento, (calle Corredera,) años 50.

Fotografía aportada por  Andrés Alcalá Aguilar.

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LOS ANTIGUOS TITULARES DE LA HDAD. DE LA ESPERANZA
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Con motivo de la bendición de la hornacina donde se expondrán en el altar de Nuestra Señora de las Angustias de forma permanente los restos del antiguo Cristo de la Esperanza que datan en torno a finales del S. XVII, la Junta de Gobierno en estos días descubrió en el archivo de la Hermandad esta reliquia, totalmente inédita y desconocida.

Se trata de una foto de principios del siglo pasado, donde aparecen los antiguos titulares de la Hermandad en el Altar Mayor de la Parroquia, posiblemente en uno de sus Cultos.
El Cristo, tenía pelo natural (con la virgen fue pasto de las llamas en Julio de 1936). En la imagen se aprecia el sudario. Este era de seda orillado con borla de hilo de oro, era propiedad del comerciante de tejidos, Domingo Cerca, que lo prestaba. Ocurrió un incidente, durante el desfile de la procesión en la Semana Santa de 1930, comenzó a llover y Domingo discutió con el Hermano Mayor , sobre que iba a mojar el sudario, terminando la discusión con que Domingo se subio al paso y le quito el sudario al señor y se lo llevo a su casa. El desagrable suceso, cayó mal a todos y fue sacado hasta en coplas jocosas en Carnaval.
Gracias a la Hermandad por este hallazgo, y a Mati Caballero por la documentación aportada.
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LA TABERNA DE «EL GORDO»
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El primero sentado por la derecha es Parra, de oficio tonelero, el segundo es D. Sebastián Guisado, el primero de pié Roque de la calle Dr. Gamero, de pié con corbata Catalán Martín de calle Miraflores, el que está sentado dándole una chupada al purillo es D. Francisco Cabello de calle Pedrera, por la parte de la izquierda D. Rafael Gutiérrez, a continuación el «Rubio del Coral» de calle Pedrera, tras él parece ser Florentino Rodríguez, mecánico de bicicleta, tras él D. Manuel Lobato, tuvo una tienda de comestible en calle Madre de Dios, a continuación García Arias de Reina de calle Castelar y el que está más a la izquierda de todos el Sr. Luna de calle Miraflores, En el centro con la camisa blanca D. Antonio Bonilla Gamboa.

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Antigua taberna «El Gordo», tomada sobre los años 50. Casa fundada en el año 1922 por don Antonio Bonilla Bermúdez, otro lugar ideal para pasar
largos ratos entre amigos compartiendo una copa de vino. Eran tiempos en el que su clientela eran exclusivamente hombres y rara vez se aventuraba una mujer a entrar al establecimiento. Con un olor característico, de los que ya se sienten poco, mezcla del aguardiente y coñac servidos por las mañanas, del vino del resto del día y del serrín que generosamente se echaba en el suelo.

En el centro de la composición aparece el hijo del propietario, el pequeño Antonio Bonilla, que ya con corta edad estaba de lleno en el oficio, el mismo al que se dedicaría de por vida tras la muerte de su padre.

Abajo D. Antonio Bonilla ya adolescente captado por la cámara en la puerta de la taberna.

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LA CALLE VICTORIA
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Antigua e inédita perspectiva de la calle Victoria sobre los años treinta. La foto, tomada desde la cuesta de la Hoguera, nos muestra un plano totalmente desconocido de la calle hasta ahora, destacando las cubiertas de tejas de los caseríos, a dos aguas, ofreciendo un bello contraste con la luminosidad de las fachadas.

La calle está ya adoquinada, con acerados y los naranjos, tan característicos siempre de esta vía pública.