Es en el año 1953 cuando Francisco Bejines, más conocido como «Curro» adquiere la tienda de la esquina de la calle Cervantes como un comercio de comestible y artículos de bazar. Sin embargo, con el paso de los años fue introduciendo las primeras conservas que se podían ver por el pueblo y sobre todo se especializó en los embutidos, siendo conocido por su arte a la hora de cortar el jamón. Era tan fino aquel corte que le decían: “Curro, de una pimienta eres capaz de sacar 5 lonchas”.
Además, también fue el primero en tener sus propios papeles timbrados y durante la época del verdeo, los cogedores comentaban que había papeles de “Curro Bejines” por todo el campo, pues al ser de las pocas tiendas que en ese momento había, todos le compraban a él la chacina. Incluso cuando comenzaron a celebrarse las primeras bodas en grandes salones, él se encargaba de partirla a mano durante toda la noche anterior, ya que tampoco existían las máquinas de cortar por aquel entonces.
Con mucho esfuerzo y con la ayuda de su mujer y posteriormente de sus hijos fue aumentando su patrimonio y trasmitió el oficio de comerciante a ambos, pues tanto su hijo como su hija se dedican actualmente a la venta de comestibles. Y aunque se jubiló hace ya 18 años pocos son los que no lo recuerdan, no solo por su buen oficio, sino por su valía como vecino, padre, abuelo o marido, pero ante todo como persona.