A principios de octubre de 1706, siendo corregidor de la Villa de Arahal el señor Don Cristobal Díaz de Santisteban, y alcaldes ordinarios en uno y otro estado (nobles y llano), don Antonio Cazorla Tristán y don Thomas de Reina respectivamente, en el padrón de nobleza o hijodalgos que existía en la villa depués del realizado en 1703, figuraba en la calle Portillo, hoy Cervantes, su merced don Francisco Calderón Barrionuevo, labrador, noble, de 65 años de edad, y su hijos, don Pedro y don Juán, el primero caballero del hábito de Santiago, el segundo, teniente de Cavallos. Además habitaba igualmente otra hija de 24 años, cuyo nombre no recogía el empadronamiento.
Más adelante, en 1762 ocupó la mencionada casa, el hijodalgo don Fernando Laina Caballero y un hijo suyo llamado Pablo.
Después de estas noticias no ha sido posible hallar otros datos de familias que llegaron a residir en la vivienda, las más próximas son de mis antepasados, y más en concreto de mi tatarabuelo, don Manuel Domínguez Amarillo,labrador, que a principios del año 1800, ocupaba la casa. Actualmente, sus descendientes, la familia Domínguez Ramos es la propietaria de la casa.
Actualmente sobre la moldura de alabastro finísimo que circunda la entrada al balcón, depende una cadena que baja unos centímetros de un florón metálico, esta cadena en otros tiempos podía ser alcanzada con la mano desde la calle, obedeciendo a uno de los tantos privilegios o fueros, que gozaban los caballeros de las órdenes militares, en este caso la Órden de Santiago, como de igual modo los nobles que la obtenían, sin pertenecer a ninguna órden militar del medievo.
Se llamaban a estas cadenas privilegios de asilo, porque los delincuentes que se hacían a ella, en su huída de las autoridades, no podían ser detenidos en tanto estuviesen cogidos a ellas. Estos derechos de otorgamientos de asilo, se obtenían bien, por merced real o por la apertura de una carta de privilegios concedidas a petición de los únicos nobles que podían ostentarlos, mediante concursos contradictorios en los que los nobles prestaban o no asquiecencia, y el pago al Rey para gastos de galeras y otros de cierta cantidad de pucunias, sin cuyos requisitos no era posible adquirir los derechos de asilo.
Había Cartas de Puebla como la de Arahal, concediéndole el título de villa, cartas de hidalquías, cartas de fueros, y de privilegios múltiples que iban a engrosar el patrimonio real.La Carta Puebla de Arahal costó 22.000 ducados.