Desde 1939, el problema de la vivienda se muestra como uno de los más acuciantes de la realidad nacional, con miles de familias refugiadas en chozones y chabolas.
En una sociedad en la que sólo 26 personas disponen – oficialmente- de una renta superior al millón de pesetas, con una clase media exigua- tan sólo el 28% de la población puede ser clasificada como tal- y el 70% restante repartido entre las clases media-baja y los pobres de solemnidad que tienen que vivir de la caridad, satisfacer la demanda consiste en construir viviendas «modestas y sencillas como sus habitantes».
El organismo oficial encargado de llevar a cabo la tarea de fomentar la construcción de viviendas y asegurar su aprovechamiento es el Instituto Nacional de la Vivienda, con cuya creación en 1938 se inauguró el régimen de Viviendas Protegidas. Pese a todo, este sistema no permitía a cualquier ciudadano beneficiarse del mismo, ya que para acceder a este tipo de viviendas se exigía por ley al solicitante ser español, mayor de edad y dedicarse a un oficio, empleo o profesión liberal o ser pensionista del Estado.
El 18 de Julio de 1960, con el motivo de la conmemoración del Alzamiento, el alcalde de Arahal, don Gabriel Mengíbar junto con el gobernador civil Utrera Molina y el jefe provincial del Movimiento, señor Altozano, hicieron entrega por primera vez en Arahal, de 92 viviendas construídas por la Obra Sindical del Hogar, en régimen residencial.Serán las viviendas situadas en lo terrenos que hoy conocemos como el Ruedo.
Cuatro años más tarde, de nuevo, Utrera Molina, después de dirigirse al pueblo con un emotivo discurso desde uno de los balcones del Ayuntamiento, inaugura el grupo de viviendas «Federico Aranda»,compuesto de 24 pisos que se abre a una preciosa y artística placeta en la que se alza un airoso monolito con un relieve del rostro de Gabriel Menjibar. Llevada a efecto la bendición del grupo en cuestión, se procedió por el propio gobernador a la entrega de las llaves de las viviendas ya bendecidas.
El 22 de julio de 1965 el señor Utrera Molina, junto al alcalde don Ramón González y González, tras presidir el acto de inauguración del ambulatorio y matadero del pueblo, entrega 54 viviendas, de las 118 y cuatro locales comerciales que alzaba el Patronato de Santa María Magdalena en los terrenos frente a la histórica ermita de San Antonio. En este acto de entrega de títulos se encontraban presentes dos de los hijos del recien fallecido alcalde señor Mengíbar, a cuya madre acudió a saludar la primera autoridad civil de la provincia, reiterando su sentimiento por la trágica muerte del alcalde.
La población entera contribuyó al éxito del proyecto, de una parte, los agricultores del pueblo donaron el 5% de sus respectivas riquezas imponibles por rústica. De igual forma, todo el elemento comercial y profesionales liberales de Arahal, aportaba sus tributos pecuniarios a esta gran labor social.
Continuando la serie de inauguraciones conmemorativas del 18 de Julio, en 1967, el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, don José Utrera Molina, junto con el alcalde de Arahal, don Ramón González y González, inaugura La Barriada de la Paz, junto con su parque infantil,haciendo entrega de los títulos de propiedad a 160 nuevos propietarios.
El 13 de Junio de 1972 el señor alcalde don Alfredo Cortés Camacho, junto con el gobernador civil,don Ramón Muñoz González, y las autoridades provinciales y locales y del vecindario en masa, proceden a la bendición de los terrenos situados en la zona denominada Vereda Osuna .
La adquisición importó 17 millones de pesetas, y estaba previsto que se construyeran 1712 viviendas y 40 locales. Por estas fechas este polígono estaba en ejecución, sería en el año 1977 cuando 347 viviendas fueron adjudicadas a los agraciados solicitantes.
Casi 20 años con planes de construcción, quizás un periodo de tiempo muy largo, o un desarrollo lento. Las buenas intenciones chocaban con la dura realidad de un país arruinado, en el que el material de obra era escaso, las técnicas de construcción se encontraban poco desarrolladas y la deficiente estructura económica no ofrecía facilidades de financiación, por falta tanto de capital privado inversor como de créditos oficiales suficientes.