Por Antonio Nieto Vega: Cronista Oficial de la Ciudad de Arahal.
Con la colaboración de Carmen González
En el mes de enero de 2003, publicaba el periódico ABC de Sevilla un suplemento especial, dedicado en toda su extensión a la cercana población de Alcalá de Guadaíra, su finalidad era la de dar a conocer tanto su historia y su patrimonio artístico monumental como sus espacios verdes y naturales, con vista a una mayor promoción turística pues cada año van en
aumento las visitas a la ciudad. En ese año la visitaron 150.000 personas, esperándose, según los estudios realizados, que el número se vea incrementado a 350.000 a partir del año 2008.
En la edición que se cita venía una fotografía que llamó profundamente mi atención por poseer en el archivo una muy similar. La fotografía mostraba una de las galerías subterráneas que
componen la infraestructura de una extensa red hidráulica. El editorial que ilustraba nos dice que a finales del pasado año (2002), los miembros de la sociedad de espeleología Geos culminaban el proceso de exploración de una parte … y su antigüedad se remonta la época romana, concretamente al periodo imperial… Podemos concluir que estamos ante un acueducto único en su tipología y ante una de las obras de infraestructura romana más importantes de España.
En Arahal corría el año 1974. Se procedía al nuevo alcantarillado y pavimentación de las calles Perpetuo Socorro, La Mina, Trasmina y primera fase de El Faro. Don Manuel Cortés Cordón, hoy jubilado y en aquella época Maestro de Obras del Ayuntamiento de Arahal, tuvo la gentileza de comunicarme rápidamente que al realizar la excavación se había descubierto la bóveda de una galería, la que él había inspeccionado. Su orden inmediata fue que aquello no se tocara lo más mínimo.
Aquel mismo día por la tarde, acompañado por el señor Cortés Cordón, al que agradezco la aportación de la planimetría que ilustra el presente trabajo, así como sus opiniones, y el fotógrafo Manuel González Romero, descendíamos a la galería, valiéndonos de una escalera de madera que colocamos al efecto en el hueco del registro existente en una de las casas de la calle Transmina, hoy prolongación de Perpetuo Socorro, el que comunicaba directamente con la misma y por donde en ocasiones sus habitantes se valían para abastecerse del agua para la limpieza.
Accedimos a una galería excavada por las manos del hombre sin lugar a duda alguna. Los pies de la escalera casi tocaban la otra pared de enfrente. Una vez en el suelo, giramos media vuelta hacia la izquierda y comenzamos a explorar la galería que se abría entre nosotros, rompiendo la oscuridad con las linternas. A nuestras espaldas, continuaba igualmente el subterráneo. El nivel del agua nos llegaba casi a mitad de las piernas. Las paredes, en ocasiones, se encontraban forradas por gruesas piedras para evitar desprendimientos. A través de la galería se podía andar perfectamente. La altura aproximada era de dos metros y su anchura superior a la de cualquier persona, pero sin espacio suficiente para que cupieran dos.
Caminamos varios metros. Nuestra galería fue a desembocar a una nueva, cuya pared frontal nos impedía seguir adelante, abriéndose la misma a derecha e izquierda. La trayectoria era la de la calle Mina. A la derecha, a medio metro de profundidad, en relación con la pared del pasadizo que se había explorado, se abría una nueva galería, que se encontraba tapiada con fábrica de ladrillo, sólo con verlos nos dice la antigüedad del pasadizo. A la izquierda, tras breve recorrido, nos encontramos igualmente cerrado el paso, esta vez por escombros y materiales de construcción de deshechos que había arrojado por la boca de un registro idéntico al que accedimos nosotros a los subterráneos. A continuación, la obstrucción era completa, sin duda por obras que realizaron en la vivienda de la que procedían los cascotes y materiales antes indicados.
Volvimos sobre nuestros pasos. Pasamos de largo por la escalera por la que bajamos.
Conforme avanzábamos, nos percatábamos de que la galería se estrechaba y su altura disminuía
debido a la cota de nivel hasta tal punto de que anduvimos un largo trecho arrastrándonos por ella. Teniendo en cuenta su angostura y que el regreso teníamos que realizarlo de igual forma pero hacia atrás y de espaldas, pues era imposible dar la vuelta en su interior, por todo ello, ante las mayores dificultades que se iban acumulando y la falta de medios que disponíamos para avanza, decidimos dar por terminada la exploración en este punto. La dirección que seguía era la de El Faro y el agua no alcanzaba más de dos o tres dedos de altura. Todo el nuevo trayecto rezumaba una intensa humedad.Andando el tiempo, en diversas charlas sobre el tema, me indicaron que en otras ocasiones se había dado con otras galerías de parecidas formas, concretamente cuando se realizaron obras de consolidación en la plaza de abastos, ubicada en el mismo casco antiguo de la localidad, en la Plaza Vieja. Incluso entonces se había descubierto ramales que llegaba hasta la Plaza de la Corredera. Igualmente me comentaban que a las que se referían eran parte del alcantarillado y el agua que corría por ellas eran aguas residuales. Ante estas aseveraciones podría pensarse que cuando se procedió a construir el alcantarillado de la población, fueran aprovechadas estas antiguas galerías para esa finalidad, ello podría ser una posible explicación a la que encontramos clausura.Como puede observarse por las fotografías, hay similitudes entre lo investigado en Alcalá y lo que tenemos en nuestra ciudad, al menos así lo entiendo. En ambas localidades existe una calle llamada Mina, nombre que desde antiguo ha perdurado a través de los tiempos en las dos poblaciones, conservando, sin duda, la memoria histórica de las galerías que se encuentran
debajo de ellas, pues mina también son denominados los pasos subterráneos , abiertos artificialmente, para alumbrar o conducir aguas o establecer otra comunicación, según dice el diccionario.
Unos y otros han sido excavados por la mano del hombre, lo que supone una obra de envergadura en cuanto trabajo y dinero, sea cuál fuera la época en la que se realizaran, lo que podría darnos una idea de la importancia de la población de entonces. Igualmente, circula por ellos una corriente más o menos importante de agua. La anchura de los mismos es aproximada. En los de Alcalá, por algunos sitios, la anchura es la justa de una persona y en otras ocasiones es mayor, en los existentes en Arahal su amplitud es a veces superior a una persona y otras muy estrechos. En lo que se refiere a la altura, en uno y otro sitio, aunque no siempre en las galerías arahalenses, alcanzan los dos metros, ello va en función de las cotas de nivel.
En Alcalá, para evitar el riesgo de desprendimientos, en algunos tramos se forran las paredes con ladrillos, en Arahal se hace lo mismo, pero con piedras. Las galerías, tanto de una como de otra población, cierran los techos con una bóveda de cañón y cuando, en su día, se llevaron a cabo las obras, para sacar la tierra sobrante del interior, se realizaron aperturas por donde fuera posible, éstas pudieran ser los actuales registros, que aún perdudarían, y por donde a través de uno de ellos pudimos acceder a los subterráneos.
Las galerías de Alcalá, se datan, por ahora, en la época imperial romana, pertenecían al acueducto que conducía el agua desde Sevilla a esta localidad. Las de Arahal… Opino a todas luces lo que se imponía era realizar un estudio arqueológico minucioso, dirigido y llevado a cabo por arqueólogos profesionales, que son los únicos que, en definitiva, nos pueden decir con total garantía qué son, qué función realizaron, de cuándo datan y la posible extensión de las galerías subterráneas arahalenses.
Antonio Nieto Vega: Cronista Oficial de la Ciudad de Arahal
Gracias a la colaboración de Carmen González
Fotografías: Manuel González